Mono y Deafheaven: de la melancolía a la devastación

Fotos: Diego Vigueras
Texto: Fernando Sánchez

Deafheaven y Mono regresaron una vez más a la Ciudad de México, pero esta vez juntos para unir a los amantes del rock instrumental con los fans del black metal en El Plaza Condesa.

Un tarde gris y lluviosa fue el clima perfecto para recibir en punto de las 8 de la nocha a Takaakira Goto, Hideki Suematsu, Tamaki Kunishi y Yasunori Takada con un Plaza a la mitad de su capacidad lo cual permitia poder ver a las bandas casi hasta adelante y sin apretones.

En punto de las 8 de la noche y como si fuera a empezar una ópera o concierto de música clásica, El Plaza se quedó en silencio para recibir las primeras notas llenas de melancolía de los japoneses con «Ashes in the snow».

Mono

 

Con «Death In The Rebirth» y «Dream Odyssey» nos pudimos dar cuenta que ver a Mono es toda una experiencia en la que de pronto podemos bajo el éxtasis absoluto con distorsiones profundas y al siguiente compás estaremos bajo un trance catártico bajo hipnóticas notas de piano en la que debemos mantenernos en silencio para que podamos absorber estas ondas hasta lo más profundo de nuestra alma. 

Aunque el público se encontraba un tanto dividido por la disparidad de géneros, los más «blackers» no dejaron pasar la oportunidad de escuchar a estas leyendas y viajar a territorios desconocidos para sus oídos, aunque otros mientras tanto aprovechaban para salir a fumar o comprar cerveza, sin embargo, Mono hizo lo suyo con creces.

Deafheaven

Al terminar Mono, mucha gente aún seguía llegando al Plaza, la señal de a quién iban a ver era clara al darnos cuenta de su outfit totalmente oscuro, algunos con playeras de logos ilegibles y otros con cortes de cabello rapado de los lados y peinado de ladito en la parte de arriba. Dicen que es metal para hipsters. 

 

deafheaven mono

Si de frontmen chingones queremos hablarr, lo que hace George Clarke en el escenario es simplemente majestuoso. Desde el primer minuto, dejó claro que en esta ceremonia, él sería el director hasta el final del show.

La banda inició con Brough To The Water, canción que le da nombre al más reciente disco de la banda y que dejó ver por qué Deafheaven se ha convertido en una banda de culto.

El slam era discreto, pues Deafheaven, más que entrar en los rígidos stándares del género en los que de ley tien que haber una tempestad de golpes y empujones, meten al espectador en un mosh pit interno, un slam dentro del cuerpo gracias a las capas y capas de distorsión que van guiadas por la alucinante voz de George que actua como una especie de Virgilio en El Infierno de Dante llevándonos hasta las puertas del infierno.

Uno de los momentos que más se quedarán en el corazón del público, es el cover que le hizo la banda a otra banda de culto que veremos este año en el Corona Capital, «Cody» de Mogwai.

El show fue una incitación a saltar, a dejarse ir, a descender por una espiral de oscuridad sonora que pocas bandas logran alcanzar legítimamente, sin luces, sin show teatral, sin «gimmicks» que oculten una debilidad.

«Sunbather» y «Dream House» fueron la cúspide de este concierto, el último círculo del infierno. Parecía que el tiempo se había suspendido bajo este viaje, tal vez hayamos estado ahí 1 hora o 1 día, no lo sabíamos, el tiempo era relativo a estas alturas del show cuando de pronto, se encendieron las luces y habíamos vuelto a la realidad, a la superficie.

Parecía que habíamos estado bajo los efectos de alguna droga alucinógena (tal vez unos cuantos sí), o soñando, pero era momento de seguir adelante, aunque ya nuestro cuerpo y alma no seguirían igual, saldríamos del plaza con una cierza comezón en el alma, una comezón oscura y contagiosa que dejó clavada esta banda de San Francisco.

¡Hail Satan!

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