Este pequeño texto que celebra los diez años de Riot! será personal porque Paramore siempre se ha sentido así.
Como muchos de ustedes, la primera vez que supe de la banda fue gracias al video de «Misery Business” en 2007 y estar en la secundaria significaba ese momento en el que un disco de verdad te podía marcar para siempre. Simplemente no imagino mi vida sin este álbum. Los días que pasé cantando sus temas junto a mis amigos, jugando Rockband o Guitar Hero, mis cuadernos que eran un homenaje a la portada, o cualquier otra cosa donde pudiera recargar la pluma y escribir “Riot!” muchas veces.
Hayley sólo es cuatro años mayor que yo, así que al momento de escribir estas canciones era sólo una adolescente. Las letras eran impulsivas, desahogos dramáticos y muy digeribles, con los que era fácil identificarse. La potencia en la voz y la música sólo magnificaba los sentimientos.
Riot! está ahí cuando alguien en quien habíamos puesto nuestra fe nos decepciona, cuando dejamos que el corazón gane, cuando no vamos a rendirnos, cuando estamos en el negocio de la miseria. Cuando llueve, cuando intentan derribarnos, cuando estamos en espera de un milagro, cuando estamos destrozados, cuando cantamos como si fuera la última canción que cantaremos.
Paramore eran esas ganas de pintarse el cabello de naranja, rojo o lo que fuera; era tener un modelo a seguir equivalente a lo que fueron Gwen Stefani o Shirley Manson en los noventa; era incluso desear formar una banda con la juventud, ingenuidad y energía que en ese entonces el cuarteto demostraba. ¿Quién no desearía irse de gira con sus mejores amigos y vivir el sueño?
Justo en esta época de los tours fue cuando Taylor York se convirtió en parte de la agrupación y junto a Hayley ha sido el más constante en la banda. Nunca fueron emos (si hablamos del género de manera adecuada), tampoco punks, pero de ahí venían sus raíces. No era importante encasillarlos en un género, porque a la distancia el cambio ha sido radical y los fans que han respetado su evolución pueden amar su debut y también After Laughter (2017).
Obviamente el sentimiento y la estética son distintos, pero nuestros problemas han cambiado. No somos los mismos adolescentes que ellos fueron hace 10 años. Y aunque nos da nostalgia pensar en este Paramore inmaduro, agresivo y enojado, sólo piensen en cómo eran ustedes en el 2007. En sólo una década la gente puede cambiar demasiado, más en esa etapa de la vida.
Eso sí, siempre podemos revisitar Riot! y volver a cantar con todas nuestras fuerzas y angustia adolescente. Negar la vida adulta y volver a esa etapa que parecía tan complicada, que definió quiénes seríamos. Podemos sentir que crecimos junto a los integrantes de la banda (aunque Josh y Jeremy ya no estén) y por lo tanto los conocemos bien. Y ellos a nosotros.
Podemos decir que fue sólo una etapa, que nos subimos al tren de 2007, ser ese crítico maduro y especializado que dice que musicalmente Paramore no valía la pena en ese entonces, pero quienes tomaron a Riot! como el soundtrack de su vida saben que si en algún momento comenzamos a pensar con claridad, ese corazoncito parawhore iniciará una revuelta en nosotros.