The End: el adiós a Black Sabbath

La lluvia había cesado pero el frío cada vez era peor. Sin embargo, desde las 8 PM ya muchos esperaban impacientes por el último show de Black Sabbath en nuestro país. Sin duda la agrupación británica se trata de una leyenda, no sólo para el heavy metal sino para la historia de la música. El ambiente era de sumo respeto para una banda que aunque no se encuentra en su época dorada, vino a despedirse lo mejor que puede con el respeto que le merecemos.

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Rival Sons salió al escenario frente a un público que si bien era difícil los trató decentemente. No faltó uno que otro grito y chiflido, pero en general la banda que en sus palabra toca rock n’ roll supo ganarse a la audiencia y lograr que por lo menos la gente al centro de general A saltara a su ritmo.

La joven promesa de California agradeció a Sabbath el honor de haberlos elegido como teloneros de su último tour y dedicó un tema a un amigo. Repasaron su discografía con canciones como “Secret”, “Open My Eyes” y “Keep On Swinging”. Agradecidos se retiraron y al leerse Black Sabbath en letras moradas en las pantallas, la gente volvió a demostrar su entusiasmo.

captura-de-pantalla-2016-11-21-a-las-12-34-41Despidiendo a quienes lo empezaron todo.

A photo posted by Diego Vigueras (@_diegovigueras) on Nov 16, 2016 at 6:15pm PST

Los visuales fueron los primeros en darnos la bienvenida y un demonio acompañó la risa malévola de Ozzy Osbourne, quien fue ovacionado desde el momento en que las luces nos dejaron ver al llamado “príncipe de las tinieblas”. Pero él no es la única leyenda, Tony Iommi y Geezer Butler también recibieron sus respectivos honores. El brutal y joven Tommy Clufetos en la batería nos demostraría posteriormente porqué estos monstruos lo eligieron para acompañarlo en sus últimas presentaciones.

“Black Sabbath” del debut homónimo fue la elegida para dar inicio al breve -y aún así más largo que la media actual- show. “We love you, México” dijo Ozzy al terminar, quien siempre muy atento nos preguntó cómo estábamos, nos agradeció y nos bendijo.

Para “Into the Void” en una de las secciones en gradas comenzaron a aparecer globos amarillos -irónicamente adornados con caritas felices- que estuvieron desafiando el viento y tratando de llegar hasta la gente en la zona general. Los responsables de este curioso gesto pasaban entre la sección repartiéndolos al público esperando se unieran a esa fiesta que duró hasta terminar el concierto.

Para “War Pigs/ Luke’s Wall” Ozzy pidió al público que cantara y las letras resonaron por el Foro Sol. Si bien Osbourne ya no es esa leyenda viviente que muerde murciélagos, no ha perdido su carisma y aunque se mueve poco en el escenario no podemos reprocharle nada. Sólo el diablo sabe por todo lo que ha pasado y a nosotros no nos queda más que agradecer que aún siga aquí, con una banda que muy atenta se enfoca a sus instrumentos e interpreta a la perfección.

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Al terminar “Rat Salad” Tony, Geezer y Ozzy abandonaron el escenario y el incansable Clufetos interpretó un solo de batería que impresionó a los presentes que no pudieron más que rendirse ante la energía de quien ha acompañado a Osbourne, Alice Cooper y Rob Zombie entre otros. Parecía que este casi robot no pararía, hasta que bajó el ritmo, exactamente al de “Iron Man”.

Las leyendas regresaron y demostraron su poderío. La guitarra de Iommi estuvo en su esplendor, por algo es “único e irrepetible”. Geezer no se quedó atrás pues él volteó la atención hacia el bajo en “N.I.B”.

“Dirty Woman” y “Children of the Grave” eran ese «último combo” que la banda tenía, eso sí, nos pidieron enloquecer. Pequeños temblores se sentían en las gradas con toda la masa abajo que brincaba al ritmo. Incluso se armaron moshpits aislados.

Obviamente faltaba una canción y entonces sí nos volvimos locos. “Paranoid” hizo cantar a todos los presentes, pertenecieran a la generación que fuera, los que estuvieron ahí en los setenta y los que supieron apreciar esa época décadas después. El fin había llegado, “The End” escrito en las pantallas nos daba sentimiento pues efectivamente, esta era la última vez que veríamos a Sabbath.

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Sin dramatismos y como si fuera cualquier otro show, la banda se despidió cobijada por la admiración de los presentes. “Zeitgeist” de su álbum 13 sonó al fondo mientras nos desentumíamos por el frío y volvíamos a la realidad.

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Tengo 15 años desde 2008.

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